1 de enero de 2011

Vege.

Cuando se toma una decisión, se hace con la plena consciencia de los posibles outcomes que tendrá. Una decisión bien tomada al menos. Hay unas que son más definitivas que otras. Esas que implican un compromiso de por vida y que se deben a la necesaria paz mental de que el discurso y la rutina sean consecuencia uno de otro. Por eso requieren de tiempo, consideración, información, educación, prueba. 2010 fue el año en que pasé por uno de esos momentos. Me convertí en vegetariana.

He sufrido la crisis de neo vege inicial en que sólo consumes jugos, ensalada, quesadillas, pan etc. y te das cuenta de que no sabes cocinar una chingada. Mi pobre madre hace corajinas con que “no puedo comer nada” y escoger un restaurante o ir a un evento con comida pre seleccionada es pedo magno. Pero lo vale. Viniendo de múltiples traumas con la comida que terminaron por joderme el metabolismo y el alma, la alimentación se me ha convertido en algo fundamental.

Por eso quien quiera saber “y como por qué soy vegetariana ahora” voy a referirlo a este escrito.
Verán:

1. La industria de la carne es altamente dañina para el ambiente.
-El 18% de emisiones de CO2 provienen de la industria ganadera aunado al 64% de emisiones de amoniaco antropogénico que contribuyen a la lluvia ácida y la acidificación de los ecosistemas. Una vegetariano emite siete veces menos gases de efecto invernadero que un carnívoro.
-Representa el 8% del consumo global de agua utilizada en el riego de cultivos para la alimentación del ganado. Los desechos animales, antibióticos, hormonas, fertilizantes y demás químicos son causantes de enfermedades humanas, zonas muertas en cuerpos acuáticos, degradación de corales y sedimentaciones (entre otras broncas).
-El terreno ocupado para la crianza de ganado deforesta y erosiona enormes extensiones de terreno. 70% de las tierras del Amazonas son ocupadas para matar vacas, cerdos, cabras y pollos además que de paso se lleva especies endémicas.
-La pesca desmedida está desequilibrando el hábitat de miles de especies. Tortugas, tiburones, aves, focas y delfines se enredan cada año junto con el atún enlatado que compras en el súper.

2. La crueldad animal es inaceptable.
Los animales que se come la gente son igual de adorables que tu poodle, pero a ellos nos los cuida nadie. Padecen desnutrición, agresión sexual, golpes, modificación genética (los pollos tienen pechugas tan grandes que no pueden estar parados, por ejemplo) tortura (las vacas viven entre su excremento, se mueren desangradas y de cabeza, a los pollitos les cortan el pico con navajas frías, a los cerdos les cortan la cola y dejan las heridas abiertas mismas que los otros muerden provocando infecciones. Las vacas lecheras viven en el mismo establo toda su vida y sufren infecciones en las ubres que entre otras cosas provoca que vivan la mitad de lo esperable para su especie.) y en general una vida indignante. Si bien en México existen normas alrededor de la crianza y opciones orgánicas (en que las vaquitas viven muy contentas pastando) no me es suficiente. Por un lado, perdí la confianza en las autoridades de mi país hace muchos años y por el otro, la demanda de carne mexicana ha bajado en hasta un 60%, entonces la opción es carne gringa más barata que proviene de las fábricas de carne en donde ocurren mencionadas pesadillas. (Same shit with american and japanese fish).

Como es tan complicado saber de dónde provienen los productos cárnicos que uno consume, mejor abandonarlos por completo.

No puedo ser parte de la demanda a una industria tan falta de ética. Al igual que no consumo productos de piel, me niego a comerme un animal torturado. Un salmón hambreado por dos semanas antes de morir asfixiado, es igual de cruel que fomentar una pelea de perros.

3. Ser vegetariano es más saludable.
En mi familia hay todo: diabetes, problemas del corazón, colesterol alto etc. (todo menos cáncer, pero no cantamos victoria). Tengo la presión baja y siempre he sido medio enfermiza. Una dieta vegetariana provee todos los nutrientes que el cuerpo requiere (necesitamos muchas menos proteínas de las que la industria de la carne les ha hecho pensar) y me evita el consumo de hormonas, grasas y contaminantes. Comiendo se cura uno y previene enfermarse.

Comer frutas, verduras y semillas es más sano que cochinita pibil. Let’s be honest here, folks.

Acá les dejo algunos links para quien guste saber más, ande queriendo probar una dieta vegetariana o quiera darme la contra.
http://www.peta.org/
www.inforural.com.mx/noticias.php?&id_rubrique=338&id_article=65076
http://www.veganoutreach.org/
http://www.fao.org/
www.vrg.org/nutrition

Y unos documentales también:
Earthlings.

Cheers.

The Graduate

Por distintos motivos que no tienen que ver con mí disciplina, intelecto ni responsabilidad, terminé la escuela después que algunos varios de mi edad, como sé estás consciente. Estuve más tiempo del necesario estudiando, aunque tal vez fue justo el que debía, ya lo dirá la vida. Como haya sido, fue un viaje bien maravilloso, dolorosísimo a ratos, muy divertido, lleno de emociones. Fui mi yo más auténtico, más proveniente de las tripas. Por eso me conociste como nadie me conoce ni me conocerá nunca. Y sorprendentemente me quieres.

Me costó muchas lágrimas y estuve a nada de dejarlo más de un vez, sabes de lo que hablo. Sabes porque esa temporada me eres tú. Y ahora ya acabé. Ya acabamos.

Gracias por estar siempre. Por celebrar su fin conmigo. Igual hubieramos llegado, pero mejor que lo hicimos después de tan hermoso y trágico camino.

Voyager

El compañero de aventuras más fiel de mi existencia (menos por su enfermiza naturaleza) dio su último suspiro en el verano. Mi primer y único cochecito, Chococat, vio el fin de sus días en medio de una historia tan inverosímil y accidentada como las que suelen ocurrirme.

Además de las lágrimas que el evento desató, dejé de escuchar a Carmen en las mañanas. Se acabó eso de cantar Fiona Apple a todo pulmón ante la latest love fatality y fumar de noche en la carretera con la ventana abierta. Perdí el placer de estacionarme en lugares imposibles a la par que ejercitaba los brazos gracias a la ausencia de dirección hidráulica. Me quedé sin la extensión de mis aposentos en la que siempre había un libro y un sweater para el aburrimiento y el frío. Terminaron las risas nocturnas, las pláticas con el copiloto ocasional y las euforias de camino y vuelta de la fiesta.

Pero también fui olvidando lo que significa pelear con la señora imbécil de enfrente y el taxista que te manda besos en medio de tus muinas (todo a menos de 1km de haber salido de casa). Ver cómo se te va la vida sentado en medio del tráfico. El tráfico de la mañana, de la media mañana, de la hora de comer, de la hora de salida de los niños de la escuela, de la hora de salida de los Godinez de la oficina, de viernes de quincena, del ocasionado por que un mini Cooper acabó de cabeza en Constituyentes o porque cerraron Reforma los de la Antorcha Campesina. Dejé de buscar lugar en la Condesa y la Roma para acabar a un día de camino de la mezcalería o dejar medio riñón en el estacionamiento del centro comercial. Pelearme con el valet porque no aparece mi disco pirata de Britney y preferir que me paguen el golpe a hablar a los ineptos del seguro. Me cuesta recordar la angustia de que al coche algo nuevo le suena cada vez que sale del mecánico. O que me quedé sin gasolina, la siguiente gas está a 403874543875 kilómetros, no traigo efectivo, no aceptan tarjeta, no hay cajero, Periférico está parado de las Flores a Polanco y yo estoy a medio camino (además tengo que hacer pipí). Anti alcoholímetro dejó de ser la cuenta más importante de mi time line cada fin de semana y me he desentendido por completo de un chingo de llaves. No extraño ni un poco el pago de la tenencia, el seguro, el servicio, la hojalatería, la verificación etcéeeeteeeeraaaaa (¡Puf!).

Ahora gasto pequeñas fortunas en taxis para volver al hogar en las noches de parranda, o vagabundeo crasheando en casas de los amigos. Me voy parada cargando mis chingaderas pesadísimas, que ha provocado un consumo de Lonol digno de un atleta profesional. Algunas distancias se hacen más largas por los tortuosos trasbordos o el amontonamiento de mexicanos olorosos. Amontonamientos en los que no falta el caliente que acerca demasiado su humanidad a la mía y además me bolsea para llevarse mi telefonito.

Pero ahora también pago 15 pesos en transportación contra 50 de gasolina. Camino como preparatoriana por la banqueta con mis nuevos y sucios Converse blancos. Platico con extraños de cuando en cuando y saludo cada mañana a la de los jugos de Barranca del Muerto. Subo y bajo escaleras larguísimas entre puentes peatonales y los profundos andenes de la línea naranja. Leo revistas, folletos, periódicos, libros; todo lo que me llegue a las manos. Leo como hacía mucho no podía. Escucho Unkle a través de mis audífonos mientras construyo videos musicales con los extravagantísimos personajes que andan a pie. Aprendo a moverme en metro, trolebús, metrobus, camión, pesero y la ubicación de los sitios de taxi en toda la ciudad. Invento historias con los pasajeros de todos ellos. Ando bien sola, me gusta. Cherry on the top: Soy coherente con mi green policy.

Total que al final son unas por otras. Pero las otras nuevas me tienen muy enamorada. Todavía no se me pasa la infatuation por la independencia del coche y el poder que me hace sentir en consecuencia. No creo que se me pase pronto tampoco.

Treats

¿Ven como todas las niñitas mexicanas veían a la Bella Durmiente en su infancia y le pedían a diosito, las estrellas o whatever que las convirtiera en rubias? ¿Y luego en cuanto les fue posible corrieron por el peróxido y se pintaron los pelos amarillos?

Pues mi historia es más o menos la misma, pero yo quería ser pelirroja. Como tengo pecas y los ojos oscuros, siempre pensé que podría hasta pasar por una de verdad. Las de cabeza de cerillo me parecieron siempre las más badass de todas. Bien guapas, exóticas y estilosas.

Por eso una mañana desperté y decidí ir a pelirrojearme. Para ser como Shirley Manson, Jessica Rabbit, Christina Hendricks, Katharine Hepburn y Florence Welch. Lo hice. No sé si he logrado ser tan chida como las melenas de cereza antes mencionadas, pero si me queda claro que life is way funner as a redhead.

El caprichito me ha traído desde luego un asalto a la cartera, pelo seco, esclavitud a tratamientos para greñas teñidas y visita mensual al colorist. A veces, admito, it’s a drag y me caga, pero hasta el momento, el resultado bien ha valido la pena.

Aunado al rojo nuevo, finalmente concluyó mi búsqueda de años por el tatuaje perfecto. Un cherry blossom, por aquello de la oportunidad eterna que uno tiene de renacer y reinventarse y "esas mamadas güey". Encontré un diseño bellísimo, enorme y rosa que una tarde de noviembre me trazó un chief tatuador en la espalda. Aguanté tres horas seguidas sin llorar (la campeona, me dicen) y pasado el malviaje del día siguiente (que te súper arrepientes y piensas en tu futuro y que eres una loca estúpida que nunca va a tener trabajo) aprovecho cualquier oportunidad para enseñarlo y creo que es la mejor idea que he tenido en un lustro.

Todo bien. Me gusta usarme de canvas.

Silence

Debo confesar que le había agarrado un poco de miedo/fobia a este espacio. El año que terminó hace unas horas hizo que me diera cuenta como nunca antes de la importancia de cuánto, cómo, dónde, con quién y para qué revela uno de su persona. Siempre me he caracterizado por ser sumamente indiscreta, poco misteriosa pues. Mis nuevos conocidos saben mucho, pronto. Ni se diga de mis espacios virtuales. Quien haya leído este blog o en Twitter sabrá perfectamente a lo que me refiero.

Eso puede funcionarle a uno cuándo es estudiante. O cuando trabaja muy lejos del pequeñísimo grupejo social que compone a la ciudad en la que uno reside (sobre todo si es Mexico City ¿no?) pero hasta cierto tiempo y cierta edad. Sobre todo ahora que la gente que me rodea (y seguro a ustedes también) es mucho más participativa de herramientas en internet de comunicación y conexión.

Lo mismo con las relaciones one on one. Mostrar mucho de uno puede resultar contraproducente y angustioso. Todo el mundo conoce a todo el mundo y la opinión del primero puedo convertirse en la de la multitud. Puede tener repercusiones más graves de las que pudiste imaginarte. People are shit, ya' know?

Entonces por eso me quedé callada estos meses. Porque aprendí a ser más pudorosa de mi vida y mis emociones y opiniones. Porque me cansó la sensación de probable juicio constante de mi cabeza por medio de mi tecleadero.

Este año será más de lo mismo seguramente. Habrá más de una publicación irrepresible de emociones, seguramente, pero creo que "mi línea editorial" será ciertamente más privada.

Y nada, eso.