I want you to want me.
I need you to need me.
I'd love you to love me.
I'm beggin' you to beg me.
Llegó el fin de semana de los primeros siete días de actividades académicas. Además de las obligaciones, vino la primera racha de encuentros, desencuentros, sonrisas, desilusiones, pleitos varios y demás. Como todo buen arranque de temporada.
A pesar de todo, las cosas andan bastante bien queridísimos lectores, me enorgullece avisar que la responsable del depa rosa está contenta.
Fue una semana de risas varias y experimentaciones en diversos rubros. Desde una visita a Capeside con torta en mano (si, me comí una torta) hasta una travesía calurosa a una parrillada fallida por la lluvia, que terminó en una peda en un salón de juegos. Por algo digo yo que cada día es un episodio, y que Dios como guionista caprichoso, hace las cosas para echarse unas risas a costa de sus personajes.
Y hablando de risas varias y situaciones fuera de lo común, ayer experimenté un episodio clarísimo. Desde la locación, el vestuario y los props hasta el sonido, toda la situación fue sacada directito de un teen hit show. Si, Dawson's Creek, The OC, Young Americans, etc. Admítanlo, alguna de esas habrán visto. Son idiotizantemente deliciosas.
Resulta que ayer me presenté en mi alma mater (good time to laugh) a mis ocupaciones radiofónicas. (El link está abajo. Me escucho los miércoles a las 9am.) Después de una tortuosa junta de algunas horas me preparé para lo prometido. Ir a un partido de basketball. Ver al mismísimo equipo representativo de mencionado deporte en todo su elemento de entrenamiento.
Mi kit de asistencia resultó en lo siguiente: Tacones altos abiertos y veraniegos, mini falda de mezclilla, cinturón muy lindo y una blusita. Gran cabellera distintiva y bolso en mano. Por supuesto en el otro brazo había que llevar entretenimiento para los momentos muertos (y para lucir interesante y no ver a la cancha con cara de ano), por ende, había que llevar la biblia: ELLE.
Antes de continuar debo hacer una mención. Después de compras de años varios de la revistita mencionada, llegó a mi (thanks by the way) el ejemplar perfecto. Elle, de agosto (meaning adelantos del otoño- invierno en moda, más lo mejor del verano) con mi signo en primer lugar, crítica de la primera película de Julie Delpy: 2 Days in Paris, (Review del NY Times: http://www.nytimes.com/2007/08/05/movies/05hohe.html) y ¡¡Sarah Jessica Parker en portada!! Eso gente bonita, es perfección. ¡¡Maravilloso!!
En fin, con atuendo completo y después de tomar el sol un ratito y leer, continué mi camino al gimnasio. Debo admitir que JAMAS me había parado ahí adentro. Que vergüenza mi falta de espíritu deportivo, pero la realidad no puede cambiarse. Alguna vez estuve en el gimnasio de una High School (Go Charlotte!) y creo que me olió más o menos igual. Todo es limpio y de colores, y da una sensación de estar en un lugar que no puede ser lugar. Es una locación, sin duda.
Debo admitir que una de mis fantasías más culpables y vergonzosas siempre fue ir a aplaudirle a un equipo de mi escuela (o a su captain más bien) en una cancha. Ir muy linda con el spotlight sobre mi, gritando brincando y aplaudiendo, y siendo mucho más graciosa y adorable que cualquiera. El momento había llegado, Bring it On!
¡¡¡Y que llego y no hay gradas!!! Por un momento pensé que mi momento de gloria terminaba. Estaban en la cancha muchos hombres en shorts y tops sin mangas...jerseys? Un árbitro, dos entrenadores, y tres chicas en pants sentadas en medio que no tengo idea quienes eran. Ninguna traía falda, así que el título era mío: Head Cheerleader.
Fui al fondo a buscar lugar y me encontré una banquita, praise the lord. Con eso de que me dan miedo los balones y que tengo un imán (les gusta mi nariz) me quedé lo más lejos posible, manteniendo buena visibilidad por supuesto.
Ubiqué primero al culpable (thank you!!) de mi visita a las misteriosas tierras basketballeras. Número nueve y a diferencia del resto de los team mates de uniforme blanco y azul, me encuentro con atuendo azul de pies a cabeza (¿Habré encontrado al chief del equipo?) y me dispongo a observar.
I need you to need me.
I'd love you to love me.
I'm beggin' you to beg me.
Llegó el fin de semana de los primeros siete días de actividades académicas. Además de las obligaciones, vino la primera racha de encuentros, desencuentros, sonrisas, desilusiones, pleitos varios y demás. Como todo buen arranque de temporada.
A pesar de todo, las cosas andan bastante bien queridísimos lectores, me enorgullece avisar que la responsable del depa rosa está contenta.
Fue una semana de risas varias y experimentaciones en diversos rubros. Desde una visita a Capeside con torta en mano (si, me comí una torta) hasta una travesía calurosa a una parrillada fallida por la lluvia, que terminó en una peda en un salón de juegos. Por algo digo yo que cada día es un episodio, y que Dios como guionista caprichoso, hace las cosas para echarse unas risas a costa de sus personajes.
Y hablando de risas varias y situaciones fuera de lo común, ayer experimenté un episodio clarísimo. Desde la locación, el vestuario y los props hasta el sonido, toda la situación fue sacada directito de un teen hit show. Si, Dawson's Creek, The OC, Young Americans, etc. Admítanlo, alguna de esas habrán visto. Son idiotizantemente deliciosas.
Resulta que ayer me presenté en mi alma mater (good time to laugh) a mis ocupaciones radiofónicas. (El link está abajo. Me escucho los miércoles a las 9am.) Después de una tortuosa junta de algunas horas me preparé para lo prometido. Ir a un partido de basketball. Ver al mismísimo equipo representativo de mencionado deporte en todo su elemento de entrenamiento.
Mi kit de asistencia resultó en lo siguiente: Tacones altos abiertos y veraniegos, mini falda de mezclilla, cinturón muy lindo y una blusita. Gran cabellera distintiva y bolso en mano. Por supuesto en el otro brazo había que llevar entretenimiento para los momentos muertos (y para lucir interesante y no ver a la cancha con cara de ano), por ende, había que llevar la biblia: ELLE.
Antes de continuar debo hacer una mención. Después de compras de años varios de la revistita mencionada, llegó a mi (thanks by the way) el ejemplar perfecto. Elle, de agosto (meaning adelantos del otoño- invierno en moda, más lo mejor del verano) con mi signo en primer lugar, crítica de la primera película de Julie Delpy: 2 Days in Paris, (Review del NY Times: http://www.nytimes.com/2007/08/05/movies/05hohe.html) y ¡¡Sarah Jessica Parker en portada!! Eso gente bonita, es perfección. ¡¡Maravilloso!!
En fin, con atuendo completo y después de tomar el sol un ratito y leer, continué mi camino al gimnasio. Debo admitir que JAMAS me había parado ahí adentro. Que vergüenza mi falta de espíritu deportivo, pero la realidad no puede cambiarse. Alguna vez estuve en el gimnasio de una High School (Go Charlotte!) y creo que me olió más o menos igual. Todo es limpio y de colores, y da una sensación de estar en un lugar que no puede ser lugar. Es una locación, sin duda.
Debo admitir que una de mis fantasías más culpables y vergonzosas siempre fue ir a aplaudirle a un equipo de mi escuela (o a su captain más bien) en una cancha. Ir muy linda con el spotlight sobre mi, gritando brincando y aplaudiendo, y siendo mucho más graciosa y adorable que cualquiera. El momento había llegado, Bring it On!
¡¡¡Y que llego y no hay gradas!!! Por un momento pensé que mi momento de gloria terminaba. Estaban en la cancha muchos hombres en shorts y tops sin mangas...jerseys? Un árbitro, dos entrenadores, y tres chicas en pants sentadas en medio que no tengo idea quienes eran. Ninguna traía falda, así que el título era mío: Head Cheerleader.
Fui al fondo a buscar lugar y me encontré una banquita, praise the lord. Con eso de que me dan miedo los balones y que tengo un imán (les gusta mi nariz) me quedé lo más lejos posible, manteniendo buena visibilidad por supuesto.
Ubiqué primero al culpable (thank you!!) de mi visita a las misteriosas tierras basketballeras. Número nueve y a diferencia del resto de los team mates de uniforme blanco y azul, me encuentro con atuendo azul de pies a cabeza (¿Habré encontrado al chief del equipo?) y me dispongo a observar.
Se escuchan en mi cabeza las primeras notas de Cheap Trick - I want you to want me, y a continuación muchos chirridos de tenis sobre la duela, gritillos, brincos, canastas y sudor, sudor, sudor. El árbitro daba un silbatazo y hombre junto hombre se quedaban paralizados de vez en vez. Falta, los cacharon haciendo maldades y la bola se iba a otras manos. Cada 15 minutos había break, en el cual cada quien regresaba a su lugar, el coach los regañaba y uniendo manos gritaban una frasecilla inentendible (Note to self: go to things like this more often) para volver a la cancha y hacer lo suyo.
Después de uno de tantos descansos, un nuevo jugador de mi equipo (jaja mi equipo) entra a jugar. Es el número 21 y cuando lo veo jugar quedo impactada como hacía mucho no me pasaba. Excelente jugador, con un sólo brazo. Increíble.
El basket se juega con muchas cosas sin duda, con los pies, con la cabeza y para los cursis hasta con el corazón. Pero lo más importante son las manos. Un hombre al que le falta una, juega tan bien como el resto que están "completos", y no juega en una canchita por su casa, es miembro del equipo que representa a su universidad. Que gran sonrisa, que bonito y que orgullo. No conozco al miembro de número 21 del equipo, ojala algún día. No cabe duda que la vida es una colección interminable de sorpresas.
El partido continúa, el hombre de azul entra y sale de la cancha y se concentra como nunca lo había visto. Esto de venir a ver partidos me gusta, mucho. Empieza mi debraye y hasta tomo notas al respecto (para el blog, no soy taaaan freak). Llego a la conclusión que jugar es un ritual para todos los involucrados. Aunque sea sólo un entrenamiento, toda la situación es ceremoniosa. El árbitro habla con el silbato y los jugadores respetan las reglas. Cuando se reúnen a platicar en cada break son como caballeritos silenciosos, no quieren que el otro equipo los escuche. Aunque están sentados lado a lado, ninguno de los dos bandos se agrede, solamente aplauden discretamente canasta con canasta.
Quienes están en la banca observan el juego, y no hablan entre si. Tal vez sea concentración, tal vez cansancio, o tal vez como me gusta pensar es respeto y etiqueta con tus compañeros de equipo. No son "amigos", ni son familia, ni son conocidos ni co-workers. Son una mezcla de todo. Son un equipo y sólo así se puede definirlos.
El partido termina y entre descanso y descanso yo leo una entrevista con Sarah Jessica. Termino justamente antes del último cuarto, se escucha un silbatazo y todos los hombres se dan la mano y sin hablar gran cosa se felicitan. Ambos equipos se forman uno atrás del otro y chocan las manos. Como caballeros. Callados, sudados, cansados, pero con mucha elegancia y buena fe.
Los borregos se reúnen en círculo, y yo prosigo a retirarme.
Espero afuera del gimnasio en todo mi esplendor para esperar al número nueve y hacer unas preguntas. Para quien le de curiosidad, no, no grité ni aplaudí, soy demasiado glamorosa y estaba demasiado vacío.
Después de uno de tantos descansos, un nuevo jugador de mi equipo (jaja mi equipo) entra a jugar. Es el número 21 y cuando lo veo jugar quedo impactada como hacía mucho no me pasaba. Excelente jugador, con un sólo brazo. Increíble.
El basket se juega con muchas cosas sin duda, con los pies, con la cabeza y para los cursis hasta con el corazón. Pero lo más importante son las manos. Un hombre al que le falta una, juega tan bien como el resto que están "completos", y no juega en una canchita por su casa, es miembro del equipo que representa a su universidad. Que gran sonrisa, que bonito y que orgullo. No conozco al miembro de número 21 del equipo, ojala algún día. No cabe duda que la vida es una colección interminable de sorpresas.
El partido continúa, el hombre de azul entra y sale de la cancha y se concentra como nunca lo había visto. Esto de venir a ver partidos me gusta, mucho. Empieza mi debraye y hasta tomo notas al respecto (para el blog, no soy taaaan freak). Llego a la conclusión que jugar es un ritual para todos los involucrados. Aunque sea sólo un entrenamiento, toda la situación es ceremoniosa. El árbitro habla con el silbato y los jugadores respetan las reglas. Cuando se reúnen a platicar en cada break son como caballeritos silenciosos, no quieren que el otro equipo los escuche. Aunque están sentados lado a lado, ninguno de los dos bandos se agrede, solamente aplauden discretamente canasta con canasta.
Quienes están en la banca observan el juego, y no hablan entre si. Tal vez sea concentración, tal vez cansancio, o tal vez como me gusta pensar es respeto y etiqueta con tus compañeros de equipo. No son "amigos", ni son familia, ni son conocidos ni co-workers. Son una mezcla de todo. Son un equipo y sólo así se puede definirlos.
El partido termina y entre descanso y descanso yo leo una entrevista con Sarah Jessica. Termino justamente antes del último cuarto, se escucha un silbatazo y todos los hombres se dan la mano y sin hablar gran cosa se felicitan. Ambos equipos se forman uno atrás del otro y chocan las manos. Como caballeros. Callados, sudados, cansados, pero con mucha elegancia y buena fe.
Los borregos se reúnen en círculo, y yo prosigo a retirarme.
Espero afuera del gimnasio en todo mi esplendor para esperar al número nueve y hacer unas preguntas. Para quien le de curiosidad, no, no grité ni aplaudí, soy demasiado glamorosa y estaba demasiado vacío.
Llega el hombre de azul y lo felicito, ganaron (right?) no me enteré del marcador porque no había, así que se las debo. Resulta que mi informante no era el chief, así era el uniforme, y sí el número 21 es un tipazo.
Así termina la crónica deportiva de la Seductra. Quien esperara leer algo así como el Record, se quedó con las ganas. De cualquier manera ya vendrán nuevas menciones de visitas futuras a las duelas borreguiles. ¿Quién diría?
Feelin' all alone without a friend, you know you feel like dyin'.
Oh, didn't I, didn't I, didn't I see you cryin'?
Un beso grande.
Bye.
"Soy un brother en la banda"-Lulu
Así termina la crónica deportiva de la Seductra. Quien esperara leer algo así como el Record, se quedó con las ganas. De cualquier manera ya vendrán nuevas menciones de visitas futuras a las duelas borreguiles. ¿Quién diría?
Feelin' all alone without a friend, you know you feel like dyin'.
Oh, didn't I, didn't I, didn't I see you cryin'?
Un beso grande.
Bye.
"Soy un brother en la banda"-Lulu
P.S. Yeeii! Good Job.
La ausencia de gradas nunca debe de ser obstáculo para la presencia de mujeres hermosas y glamour cerca de las duelas. Porque por mucho que el jugador se concentre y ame lo que está haciendo, siempre el referente principal será esa presencia, en tacones si se puede. Aquí hay de dos, uno puede dar un gran juego o puede dar un mal juego (eso es lógico) pero siempre ella va a influir en el juego, casi al borde de decidirlo. Puede haber motivación, pero también puede haber nerviosismo y ahí reside la citada influencia: se sabe que hay unos ojos, grandes y bellos, sobre uno. También es bueno que aunque no existan esos tacones de manera presencial, uno sabe que deben de andar por ahí caminando en una complicidad casi telepática con uno, and that's what inspiration is all about. Ahí es casi seguro que va a haber un buen juego.
ResponderEliminarEs muy bueno que los borregos tengan un nuevo fan..yo en lo personal no soy muy fan de la gente que habla de si misma en tercera persona (blogger style) pero en definitiva sí soy muy fan tuyo.
Y de un momento a otro, hay nueva cheerleader, brother de la banda y sí, mucha mucha inspiración.
De eso se trata todo.
Perro número nueve
Me fascina como s eva desarrollando esta serie reina! Eso de descubrir los deportes es lo de hoy, nada mas hottie que hombres concentrados en ropa corta sudando...jeje, aunque creo tu versión suena mas glam.
ResponderEliminarTe mando un beso enormee, espero tu visita en mi blog
a huevo! soy un brother en la banda!
ResponderEliminarjajaja te amo! increible narración!!!!!! casi podia imaginarte sentada y de fondo "turururur I dont wanna wait... (8)" ya sabes
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