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17 de julio de 2010

The Carrie Complex


Soy una fanática más de las miles alrededor del mundo que perdonaron una muy mala película (bueno dos) gracias a la enorme necesidad de ver finales felices en haute couture. Soy de las que tiene todas las temporadas y las han visto más de una vez. Las que se saben el nombre y descripción de todos los novios de Carrie Bradshaw. Si, igual que tantas amo Sex and the City. Y juré por años que mi vida algún día sería tan exquisita y glamorosa como la de la rubia.

La razón por la cual tantas mujeres jóvenes aman la serie es porque funciona como un "espejo" de las relaciones amorosas que hemos sostenido en nuestras vidas. O al menos esa es la excusa, pero en realidad, it's bullshit. The 20 something set éramos mucho más pequeñas cuando SATC se transmitía. Teníamos relaciones de adolescentes. La vida era mucho, mucho, mucho más sencilla entonces. Lo que no queremos admitirnos es que SATC nos funcionó como una telenovela para señoras, señoras chidas none the less. Las mujeres mayores y sofisticadas creíamos la veían y nosotras queríamos ser tal cual.
Ahora, medio lo somos. Por eso amamos tanto los tacones altos y los tocados, los vestidos, el pelo en ondas, las revistas de moda y desde luego, Nueva York (visualmente y style wise todo el mundo debe admitir que la serie es un manjar).

Entonces, los años pasan y NYC se ve más lejano. Y el closet que ibas a tener retacado de Jimmy Choos. Lo único que queda es la mejor parte de la serie, misma que no puede valorarse cuando una tiene 19 años y anda toda destanteada tropezándose con la vida. Enter, the d(m)ating game.

Esa es la mejor parte. Porque así funcionan las cosas de cierta manera. Quitándole el glitz, el asunto de datear es todo un tema. Hay que ser siempre uno mismo pero igual y ese uno le es absolutamente desagradable al que le encantaste de primera impresión entre copas. O hay que intentar ser la mejor versión de uno mismo, pero corremos el riesgo de que nos cachen y todo se vaya al carajo. Vas a encontrarte con tipos malos, buenos, demasiado buenos, inteligentes, idiotas, patanes, inocentes, aburridos, divertidísimos, comprometidos e irresponsables. Vas a conocer también a personajazos que engloben todos esos adjetivos y muchos más. Con algunos la vas a pasar bien por tres citas y luego te van a dar hueva, repele o algo. Con otros la vas a pasar bien por tres citas y luego les vas a dar hueva, repele o algo.

Algunas relaciones te van a durar un mes. Y se van a sentir como si hubieran sido años. Otras te van a durar cinco y se van a sentir como tres días. En algunas vas a dejar el corazón y en otras no. Corres el riesgo del “he’s not that into you” y llorar y llorar con el ego destruido. Al contrario, puedes también ser responsable del sufrimiento de otro y cargar con la culpa de ser “la mala”.

Entonces es que las emociones van como montaña rusa, con descansos en los que no se siente nada. Y así es el juego. No hay más. Tu noviecito de prepa es una caricia comparado con lo que se viene. You had really, no idea. Now you just might.
También puede ser que tengas la enorme suerte de encontrarte con tu pareja ideal desde ahora y no vas a tener estos problemas propios de la soltería. Si es así, felicidades. Disfruta de los placeres que te esperan. Aunque then again ¿Quién quiere terminar su jugada tan pronto? No todos.

Porque la verdad es que ser solter0 es un lujo. Es comodísimo. Es el mejor estado en que se puede estar si se habla de funcionalidad. Porque eres libre de hacer lo que se te antoje todo el tiempo sin rendir cuentas, sin deber explicaciones, sin pensar dos veces en los sentimientos de alguien más. No hay que "caerle bien" a los amigos de nadie ni hacer esfuerzos sobre humanos para otros. Tienes la opción de elegir al que te guste más. Salir, besar, tirarte y demás a quien quieras, no strings attached. Vives solamente para ti y let’s face it, el egoísmo es fantástico.

Pero si, en medio de mencionado pasatiempo tan entretenido con cada uno de los participantes, aunque sea por un momento, piensas en la posibilidad de estar. Estar exclusivamente, para largo, bonito y de cerquita (como dijeran unos lindos ojos) gracias a que te enamores. Todos queremos enamorarnos. Sin falta. No, no es "buscar marido" es amar a alguien. Sentir es el mejor estado para el alma.

El embrollo viene cuando ambos deseos se cruzan. Porque qué chido querer (y qué inevitable) pero qué miedo por lo pesado que es. Las relaciones implican tantísimo trabajo que ufff....qué pereza. Entonces mejor seguir en el dating game y pasarla de puta madre como lo hace Samantha con sus miles de amantes. Porque además de la hueva, ¿qué tal que te rompen la madre? Triple coñazo recuperarse.

Si, "Sex and the City es un engaña viejas que vende fantasías y es absolutamente irreal y de un feminismo falso y bla, bla, bla". Pero en eso, por imbécil que suene, si tenía un poco de razón. Las aventuras de la chaparrita fashionista con el pacheco treintón que vive con sus papás, con prince charming hace muebles, con el deliciosamente esquivo Mr. Big, con el frustrado y competitivo escritor…todas son plausibles. Y sus reacciones comunes, comprensibles.

Igual y toda mi teoría es una estupidez y lo que pasa es que Candace Bushnell nos creó el Carrie complex y por eso somos ahora unas locas idiotas con estándares absurdamente altos y complicadas a propósito (Además, unas putas, seguro piensan muchos). En realidad conocer gente es mucho más simple y no hay un pedo. True love is out there y hay que dejar de analizarlo.

Tal vez, pero de cualquier manera creo que hay que reconciliarse con Sex and the City. Así es la onda más o menos. ¿Y qué si te la sugarcoatean con ropa hermosa, departamentos perfectos, trabajos increíbles y hombres guapos? Fuck it. Us girls love pretty things. Tampoco es tan grave.

P.D. El Carrie complex de esta Seductra es que mi trabajo ideal sería sin duda tener una columna y todo. Y si, por eso empecé el blog. Y si, por eso escribí esta entrada y tantas otras. No reminder needed.

13 de julio de 2010

The Gents


Qué difícil ser hombre. Qué fácil a veces también. Pero qué complicado crecer siendo uno, formarse como uno. Los hombres aprenden a serlo educados por distintas influencias, traumas, ejemplos, visuales, recuerdos y héroes. Y van conformando su identidad etapa por etapa, un hombre no es siempre el mismo. Por eso el recuerdo de tu antiguo amigo, ex novio/esposo, padre, hermano nunca va a ser del todo real. El que es ahora no es el que fue contigo. No completamente. Cada momento decisivo es un constante enfrentamiento con todo lo que aprendiste que debías ser, lo que ahora eres y lo que deseas ser después.

Cada etapa entonces, tiene sus respectivos contratiempos. O al menos eso siempre he pensado ante la fantasía de ser hombre por un día, o por toda una vida. Me pregunto a veces qué tan similar sería mi personalidad y concepto de los otros de no tener que usar brassiere. ¿Sería más preocupado de mi aspecto o menos? ¿Sería popular o encantador? ¿Un casanova? ¿Un perdedor? ¿Sería todas las inseguridades con las que cargo sin la encantadora ventaja de ser una chica bonita? De conocerme ¿me interesaría en un hombre como yo?

Por mucho que uno invierta neuronas en el asunto, nunca podremos saberlo (afortunadamente). No hay respuesta correcta. Sólo existe la posibilidad de volver a escenarios comunes con los que conocemos del otro sexo e imaginarnos sus reacciones de haber ellos andado en nuestros zapatos, o de nuestra reacción de haber sido aquellos. Es por eso que digo, qué difícil ser hombre.

Un niño tiene mayores probabilidades de ser molestado sin compasión por el resto cuando llega a una nueva escuela. Las niñas son también torturadas, pero siempre existen ciertos límites que no se rebasan en su caso. Si bien una pobrecita puede ser humillada hasta las lágrimas por las dolorosas palabras de sus congéneres, un niño puede pasar por igual escenario, pero no “puede” llorar (or else). Además, se le suma la amenaza constante de ser golpeado, su cabeza hundida en excusados, calzón chino aplicado y un largo, largo etcétera.

Para evitar la escena antes descrita, los niños aprenden desde chicos a ser unos hijosputa. Muy carismáticos seguro, pero pocos son los casos (creo yo) en el que aquél que la lleva bien con todos, no se busca problemas. Esos son sin duda los más charming de los sapos que una se encuentra graduados. Pero son los menos. Y lo son, por que la tentación de supervivencia a costillas del underdog es muy grande. Por presión y por sencilla. En etapa de estudiante, qué difícil ser hombre.

Porque hay que ser encantador, divertido, atractivo, cabrón, que no se raje, inteligente etc. Si no, hay viaje directo al peldaño más bajo de la escalera social (y las torturas que conlleva). Qué miedo.

Pasado lo cual, la vida se aliviana un poco, aunque en realidad creo que la etapa infantil no es más que un foreshadow de la vida adulta. El mismo teatrito se repite y la presión nunca se acaba. Todo el mundo se comporta como lo hizo de niño o como lo trataron de niño. La distinción es que somos menos directos y más sutiles. Al final la putada es la misma. Y la presión de ser un tipo respetable también. Sobretodo teniendo en cuenta, la necesidad de competencia masculina tan grande e inevitable. Los hombres compiten como forma de vida.

Empiezan de chicos y continúan de grandes. Lo que fuera ser el mejor jugando videojuegos termina por ser el que tiene el cheque más grande. El mejor portero compite contra el más galán de la banda, o el más conocedor, el más informado, el que mayores argumentos tenga para defender a su equipo de fut. Y así en la oficina y en el café, en las fiestas, los negocios, las vacaciones, la televisión. Todo. Igualito que las competencias de medirse el pene durante la pubertad.

Por eso, por ejemplo, los hombres son unos patanes con las chicas a veces. Porque ser patán te hace más hombre, opinan algunos. El ganador de la competencia de who gets more pussy. Y siempre será más cómodo tomar el atajo a la (supuesta) hombría. Además, eventualmente un historial de conquistas rotas, seguro te levantan la autoestima. Entonces hasta el mejor tipo puede sucumbir y no es enteramente su culpa, el corazón se enfría con el tiempo y la costumbre.


Conclusión. Aunque a veces quisiera haber sido uno de ustedes, a veces agradezco no serlo. Si bien tienen muchas, muchísimas ventajas sobre una (mismas que son perpetuadas incluso por las mismas viejas) nosotras las tenemos también a la inversa. No sé si hubiera podida lidiar con sus obstáculos y acabar bien parada (o). Chicos del mundo, sé que se hace lo que puede.


P.D. Si, las mujeres también somos unas culeras, competitivas del terror, pero saben a lo que me refiero en las líneas de arriba...

9 de mayo de 2010

Girls, girls, girls.

Miren, cuando era buena.


Siempre he tenido grandes conflictos para relacionarme con mujeres. Finalmente empiezo a entender porqué. Vivo rodeada por ellas. Mi familia es un matriarcado clarísimo y los pocos hombres que hay no hacen mucha diferencia. Padre ausente, tíos fracasados, primos desentendidos. Abuela jefa, madre dulcísima, tías excéntricas, primas habladoras. Simple.

El motivo de sus comportamientos se debe, además de la sobre carga de estrógeno (y sin duda las personalidades de cada quién) a una sola persona, la abuela. Mi abuela (no la de relatos pasados, sino la que compartió el marido con ella y explicaré en otro momento) siempre me trató como tal aunque la sangre no nos une. Es una persona excelente. Es la más ejemplar de todo el círculo aunque les cueste aceptarlo a las otras. Es guapísima, se rodea de amistades fabulosas, disfruta de su life of leisure pero trabaja un chingo y es bien exitosa, se viste re bien, tiene pelo perfecto y cocina sin sal. Es muy sana y muy chistosa y opinionated. Es bien justa y bien franca y bien cabrona también. Mala madre redimida, gran escucha, sumamente letrada, pilar de todos y misterio indescifrable.

La abuela entonces le provoca al resto una serie de sentimientos encontrados. Relación amor/odio tal cual. Porque le tienen muchos corajes añejos, pero la verdad es que siempre quisieron llenar su expectativa (todas menos mi jefa, pero eso no es tan interesante). Y no se dan cuenta de que no es necesario. La abuela tiene estándares bien altos, pero nos quiere tanto a todas que están rebasados por el hecho propio de la existencia. No tenemos que ganarnos nada. Y ese seguramente sería el argumento de las féminas (stepdaughters, nietas, cuñadas, hermanas, hijas etc.) de la familia, quienes aseguran que no tienen que demostrarle nada a nadie y menos a ella. Pero bien que se esfuerzan por dejar bien claro que son una chingonas. Y son más chingonas que la de al lado por supuesto. Entonces empiezan las carreritas por la atención y reconocimiento de la abuela, mismo que no van admitir jamás.

Lo anterior puede resultar sumamente entretenido si uno es mirón. O si uno es mi abuela, a la que le da mucha risa todo lo que sucede cuando nos reunimos. She’s above all of us. El pedo es que no soy la abuela, y tampoco soy audiencia. I’m one of them.

No tengo el mismo problema con ella. Pero sí heredé las mismas tenebras propias de las mujeres que la rodean. Las mujeres Nieto (y las Escobar también, but that’s a whole other story) pensamos que somos bellísimas antes que ninguna otra cosa. Tenemos mucho estilo y carisma. Somos brillantes y talentosas para todos los ramos profesionales, pero como gozamos de gran sensibilidad somos artistoidas y forevers clavadas con las plantas, la buena alimentación, el yoga y demás. Además leemos un chingo y escribimos todas de puta madre. Tenemos una opinión para absolutamente todo que está perfectamente fundamentada y siempre tenemos la razón. Estamos orgullosas de pertenecer al clan, pero sin duda, somos la mejor de él. Un poco todo lo que es la abuela ¿ven el patrón?

Por eso competimos tanto. Y cuando nos vemos las pláticas se convierten en un gallinero. Nadie espera su turno para hablar (más que algunos decentes) entonces todas hablan a la vez. Puedes entrarle y acabar en griterío o quedarte callada para sacarte un comentario “mordaz” que le va a dar en la madre a todos según tú.

Mis mujeres esperan que a su arribo todos celebren y las llenen de cariñitos y cumplidos, mismos que no devuelven y si lo hacen es por pura estrategia. They’re bitches, basically. Pero en su defensa, son unas intensotas que viven por y para el amor y sufren desgarradoramente por múltiples motivos irresolubles. Y les duele tanto aparte porque pendejas no son. La gente inteligente sufre más, decimos todos.

Ellas me enseñaron a ser mujer. No persona, MUJER. Me es inevitable ser una competitiva enferma. Ver en todas las mujeres al enemigo. Porque a las Nieto no nos gusta que nos demuestren que no somos las criaturas más perfectas que han pisado la Tierra. Y si otra mujer resulta ser más lista, más experta en algo, más bonita o más lo que sea, nos negamos a admitírselo. Está descalificada inmediatamente. Es una idiota y si no, es una perra, pero casi siempre es una perra idiota. We hate women.

Sin embargo, si tenemos amigas. Y buenas amigas. La abuela tiene a las Escorpionas (si, todas son escorpionas gigantes, con todo lo que implica) las tías a sus amigas de toda la vida incluyendo adoradas roommates, mi madre su variado catálogo, y yo el mío.

Uno que me costó mucho trabajo hacerme porque dado todo el trauma antes explicado, se me complica aproximarme a las mujeres, confiarles, caerles bien. Me intimidan. Sólo por ser mujeres. Porque sé que son bien listas y culeras y todas las cosas horribles que se pueden ser. Pero además porque me recuerdan que igual no soy tan maravillosa como me gusta pensar, o más bien, a que tengo que aprender a compartir el escenario. Y eso si bien recuerdan, en mi casa nomás no pasa. Entonces descalifico para que no me descalifiquen de vuelta. Y la gente no tiene la paciencia de aguantarse esas cosas. Qué hueva también.

Por eso agradezco tanto estar rodeada de mis amigas que me doy cuenta, no son tan pocas. Pero todas son personajes, personajazos. Guapas, guapísimas (me gusta rodearme de gente bonita) muy inteligentes, exitosas, chistosas, estables, loquérrimas, rubias, morenas, pelirrojas, inmaduras, chambeadoras y de todo un poco. Me quieren. Y yo las quiero mucho in return. Y hasta les digo cumplidos sin estrategias. No tenemos hielo que romper.

Desafortunadamente las viejas de mi corazón no van a estar presentes en el peor día del año que es mañana. I’m stuck with the other crazies. Ni modo, creo que poquito a poco me vuelvo más mirona y menos protagonista. Me gusta el punto medio. Me gusta ser la mujer complicadísima, fascinante y horrible que me enseñaron a ser también. La sal que le falta a la comida de la abuela la tenemos todas repartida en la sangre. Salerosas que somos.

En fin. Happy Mothers Day.

Besos rojos.
Bye.

17 de noviembre de 2009

Woman like a Man


Hace tiempo una mujer sumamente inteligente me platicó sobre su nuevo novio (con el que lleva ya varios meses muy contenta) y de como estaba fascinada con el. La razón era que sin dejar de ser hombre, estaba en constante contacto con su lado femenino (tanto que lleva las cejas depiladas, por ejemplo) y como resultado la traía a ella enamorada físicamente y filosóficamente también.

Cuando conocí al hombre en cuestión, me sorprendió muchísimo su persona. Y sé que no soy la única, porque una paseadita por un mercado de la colonia Roma me dio la razón. Sin embargo, al cabo de unas horas, entendí completamente a qué se había referido la novia, y no me quedó duda alguna de la perfección de su unión.

Desde entonces me ha rondado la cabeza mencionada dualidad. Que no tiene nada que ver con un aspecto andrógino ni nada similar. Más bien resulta de la comunión con tus dos lados. Y eso no significa que exista ambigüedad sexual, bisexualidad, experimentación ni homosexualidad definitiva. Tiene que ver con aceptar quien eres enteramente. Y eso nos lo han reprimido toda la vida.

Porque a mi me enseñaron que igual no estaba tan chido jugar con carritos ni decir groserías. Y tampoco está tan bueno que te gusten los coches y el futbol. Y a mi hermano le han dicho que ser muy vanidoso se acerca al precipicio del travestismo y que está bien andar sin playera por la vida, porque es hombrecito.

Sin duda somos diferentes. Y a mi no me gustaría andar en chichis por la vida. Y claro que creo en el poder femenino y en la equidad sobre la igualdad mal entendida. Pero mi punto es otro. Todo proviene por ejemplo, de cuando te atreves a adoptar una actitud más masculina que femenina en el mundo. Más agresiva, más segura, más relajada y hasta simplona. Cuando en vez de buscarle 17 pies al gato, digieres lo que te dijo el otro tal cual lo dijo. Cuando dejas de leer entre líneas todo el tiempo y alguna vez te atreves a eructar en la mesa y celebrar un gol como cabrón.

Es liberador. Y es sumamente atractivo también.

A las mujeres les gustan más los hombres que tienen la sensibilidad de entender sus preocupaciones más imbéciles porque tienen la capacidad de ponerse en sus zapatos. Y eso va desde traumas de abandono paternal hasta si se ven gordas con un vestido.

A un güey le gusta más una vieja que puede llevarse con sus cuates como cuate, que puede hablar de deportes, (más allá del futbol, ladies)tomarse una cerveza sin tarro en vez de un mamonsísimo martini (not like there's anything wrong with martinis) y entender la frustración de competir con su mejor amigo (like guys do).

A la inversa, un hombre que gusta de hombres, es posible que también disfrute de uno, que sin ser una loca descarada, esté tan en contacto con su lado femenino que provoque que aquello no estalle en testosterona multiplicada. Que no se sienta menos si en algún momento le toca el "rol de mujer" y que pueda intercambiar con el frescamente. Porque en la equidad en todos sentidos está la felicidad.

Al igual que una chica a la que le gustan las chicas, le guste que su pareja se sienta protegida pero que la proteja al mismo tiempo. Que como puede esperarla un día con la cena hecha y haciendo la cama, llegue al otro con sus cuates y amigas a ver unas pelis mientras la primera la estaba esperando con palomitas. Porque al final, los roles se combinan, se intercambian y acaban por desaparecer si uno así lo quiere.

Y he ahí, queridos mios, el secreto de una pareja funcional.
Ja.

Besos de love guru de bolsillo.
Bye.