19 de abril de 2010

No culpes a la playa...

El tiempo es relativo. Se siente más lento cuando esperas algo y se pasa re pronto cuando no quieres que se acabe. El tiempo no te sabe a veces y luego otras te sabe tanto que quieres escupirlo (escupirle) pa' que no regrese nunca.

También es relativo porque a veces no alcanza. No importa lo que hagas, los minutos no son suficientes y cuando respiras ya se te fueron todos. Y otras se alarga tanto que cada minuto se antoja un milenio.

El tiempo pasa distinto según la geografía también. No nada más depende del enamoramiento, la depresión, la falta de ocupaciones o el stress. La vida pasa distinto en el mar, que en el campo que en la ciudad. O más bien, en todos lados menos en la ciudad el tiempo pasa a su ritmo común o al más lento posible (depende del cristal con que se mire).

Cuando uno anda de vacaciones o de viaje de chamba fuera de estas tierras chilangas, se siente más relajado y tal vez por eso, el tiempo le sabe diferente. Disfruta cada bocadito de luz, de folklores, de acentos, olores, cielos claros y saborcitos. El pedo es cuando uno no anda relajado y trae prisa. La prisa común a la que estamos todos acostumbrados. O que independientemente del acelere común o no, es increíble que la banda se tome la vida con taaaaaaaaaaaaaaaaanta calma.

Y es por eso tan incomprensible que a le llegue el plato al cabo de 20 minutos a la mesa. O que le entreguen el coche rentado después de encontrarse con un millón de broncas para pasar la tarjeta de crédito y salga del rental una hora más tarde. O que probarse una falda sea un odisea sin precedentes porque uno no puede pasar al probador así namás y a la señorita le da hueva cobrarle activamente.

Nunca, nunca, nunca, nunca podría vivir fuera de la ciudad. De una ciudad más bien. Estoy dispuesta a mudarme a la que sea. Una que incluso me represente un lío y me haga quedar como las provincianas de las que tanto me quejo. Que me de una patada en el culo para que me ponga las pilas. Que me rete todavía más de lo que me reta esta todo el día en su tráfical, su gente peligrosa, sus baches, comidas y precios disparados. Su violencia y todo lo que se dice en la tele de ella y a mí nunca me toca. Al menos no conscientemente.

El campo, el mar, el bosque y el desierto son para visitarse. Esta loca citadina no podría concebirlo de otra forma.

2 comentarios:

  1. Todo lo puedes reconocer.
    Y todo viene en donde hemos sido criados. El tiempo, ese tiempo tan relativo del que hablas unas veces nos juega buenas y malas pasadas.
    Pero como el tiempo es una cosa rara, simplemente chica citadina vive.
    En cambio te cuento que a mi me encanta el caos de la gran ciudad y el silencio del mar. Eso jamás se olvida jajajajaja en la variedad está el placer.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por venir "anónimo". Amen.

    ResponderEliminar