Estoy lavando una gatita rubia en el lavabo de algún hotel, pero no es cierto, parece más bien que es Leonora, que lleva un abrigo amplio y que necesita ser lavado.
La rocío con un poco de agua de jabón y sigo lavando la gatita, pero muy perpleja y turbada, porque no estoy segura de a quien estoy bañando.
La rocío con un poco de agua de jabón y sigo lavando la gatita, pero muy perpleja y turbada, porque no estoy segura de a quien estoy bañando.
Hace muchos años previos a las manifestaciones Seductrales, una servidora vivía en otros rumbos, otros olores y con otras personas. Tenía dos compañeros de casa que se convirtieron en tres -un poco a mi pesar en el momento - al cabo de un rato. Durante mucho de ese tiempo de soledades vi algunos huéspedes que curiosamente nadie más notaba. No estoy segura de haber platicado gran cosa con los huéspedes que no duermen, pero si recuerdo haberlos visto. Un día se me ocurrió comunicar de las visitas de mis amigos insomnes y me tacharon de alucinada febril.
Además tenía un talento medio aguafiestas de adivinar lo que había adentro de los regalos. Como una navidad en que le describí a la Dra. Nieto sus plumas doradas nuevecitas acompañadas de un lapicero. Véase que el mencionado regalo estaba envueltito y yo era una piccola de cuatro años.
También sabía de pequeñas desgracias que iban a ocurrir a unos minutos o unas horas de que pasara nada. Cómo cuando no iba a estar el auto del siglo afuera. Que la entonces Maestra Nieto no se iba a dar cuenta a primera instancia por confundirlo con otro parecido pero de otro siglo. Y que iba a correr para ver que algún malandro se lo había llevado. Iba a llorar, fliparse un momento y parar un taxi para poder irnos a la escuela. Y yo sabía desde antes de abrir la puerta.
Así se sucedió uno que otro incidente. Pero a partir de las acusaciones de alucinación -cortesía de la eterna infección de la garganta- dejé de ver a mis Amigos Invisibles. Estaba recién cambiada de casa la última vez (¿coincidencia?) y para no sentirme la loca renuncié a todo el asunto de hablarle al aire a la “I see dead people”.
Pero algunas cosas no dejaron de pasar. Como eso de andar viendo escenas que no han pasado y parece que pasan dos veces. Y terminar en la cabeza la frase de los otros. Saber quien va a entrar por la puerta y adivinar la canción en el radio antes de prenderlo.
No le dije a mucha gente. Suficiente había tenido con la expresión de terror de la Dra. como para verla repetida en caras nuevas y amistosas. Durante mis años de acné invasor de vanidades, batallas a muerte con la báscula y pelo verde de imitación de novela setentera, tenía la cabeza en otro lado y mis incidentes brujiles fueron desvaneciéndose.
Honestamente se me fue olvidando. Salvo uno que otra lectura de tarot, (muy reveladoras y aterradoramente atinadas por cierto) decidí que nada había pasado de verdad, que me lo había inventado por ver tanta tele. Me convertí en una miedosa chillona de closet. Eventualmente hasta eso se me acabó quitando.
Desde entonces hasta ahora han pasado alrededor de cinco años. Picos más y picas menos. Hasta que en el departamentito de porquería de mis amores dejé de sólo escuchar lo que escuchábamos todos los espantados de los “espantos” del piso de arriba. Ya no sólo eran canicas que rodaban y cuentas que caían de un collar roto. Ahora cuando estaba sola me forzaban el cerrojo y no estaba más que el gato. Y ahora de repente se me abría la puerta de un golpazo. La volvía a cerrar a consciencia y volvía a abrirse furiosa. Saludaba por que escuchaba llegar al Lobo Feróz, sin recibir respuesta por que no había nadie. Y así una tras otra tras otra. Sorpresivamente no me salieron los lloriqueos. Decidí tomarla tranquila y hacer preguntas. Muchas preguntas.
Así fue como la Dra. Nieto me confirmó mis recuerdos y me creo unos nuevos de mis locuras fantasmales. Poco a poco fui tomando todo aquello como más o menos cierto porque de verdad no estoy tan chiflada (sólo un poquito y se manifiesta de otras maneras). Rasqué con cuchara la memoria y caí en cuenta de que muchas cosas que había querido habían pasado. Tonterías como que “me llegara” mi primer novio en 2º de primaria o que me regalaran la Barbie que hablaba en mi cumpleaños. Además de haber visto gentecita bicolor y flotante alguna vez.
El tiempo pasó y-como estaba escrito- conocí a mi Pitonisa de Caldero particular que me metió un buen susto clarividente y me quitó mis paranoias. Dijo en una tarde de champiñones con queso y mucho té que paulatinamente iba a saber que pedo con el pedo del rollo loco de las magias y las dimensiones. Le creí un poco a medias, por que deep down no me la acabo de comprar a mi misma.
Hasta que llegué a mis nuevos aposentos y lo supe. Aquí no nada más vivimos cuatro. Viven más que vinieron con nosotros o ya estaban, no sé, pero esto parece casa de huéspedes. O igual no son muchos más, pero definitivamente we are not quite on our own.
Por lo pronto lo que ando viendo son gatos. No. No son personas. No. No son mis gatos.
Es un gato negro que anda por toda la casa y se me desaparece. En la repisa, en el baño, en la cama, comiendo flores y en el closet. Algo así como Alice in Wonderland. Ahora me ves, ahora no me ves.
Dice la Pitonisa del Caldero que los siga a ver quien es. El problema es que se me van muy rápido. Y que me sale lo miedosa. Sobre todo después de la carretera y el ranchero que Ms. Yellow no vio y yo si. Y mucho y con muchísima luz azul cielo.
Y que no ha parado.
He visto algunas varias siluetas por las calles, en las entradas, flotando por los puentes y otros sitos; tanto urbanos, como pseudo campiranos. Ellos no saben que yo sé. Y que bueno, que si no me muero del terror.
De mis dos nuevos visuales, prefiero los primeros. Los gatos no me asustan. Los gatos son de brujas porque son como brujos. Son bonitos, llorones, se me hacen personas viejas. Me gustan mucho. Y andan también por todos lados. Vivos y al tacto, si, pero es una exageración andármelos encontrando tan seguido.
Además tenía un talento medio aguafiestas de adivinar lo que había adentro de los regalos. Como una navidad en que le describí a la Dra. Nieto sus plumas doradas nuevecitas acompañadas de un lapicero. Véase que el mencionado regalo estaba envueltito y yo era una piccola de cuatro años.
También sabía de pequeñas desgracias que iban a ocurrir a unos minutos o unas horas de que pasara nada. Cómo cuando no iba a estar el auto del siglo afuera. Que la entonces Maestra Nieto no se iba a dar cuenta a primera instancia por confundirlo con otro parecido pero de otro siglo. Y que iba a correr para ver que algún malandro se lo había llevado. Iba a llorar, fliparse un momento y parar un taxi para poder irnos a la escuela. Y yo sabía desde antes de abrir la puerta.
Así se sucedió uno que otro incidente. Pero a partir de las acusaciones de alucinación -cortesía de la eterna infección de la garganta- dejé de ver a mis Amigos Invisibles. Estaba recién cambiada de casa la última vez (¿coincidencia?) y para no sentirme la loca renuncié a todo el asunto de hablarle al aire a la “I see dead people”.
Pero algunas cosas no dejaron de pasar. Como eso de andar viendo escenas que no han pasado y parece que pasan dos veces. Y terminar en la cabeza la frase de los otros. Saber quien va a entrar por la puerta y adivinar la canción en el radio antes de prenderlo.
No le dije a mucha gente. Suficiente había tenido con la expresión de terror de la Dra. como para verla repetida en caras nuevas y amistosas. Durante mis años de acné invasor de vanidades, batallas a muerte con la báscula y pelo verde de imitación de novela setentera, tenía la cabeza en otro lado y mis incidentes brujiles fueron desvaneciéndose.
Honestamente se me fue olvidando. Salvo uno que otra lectura de tarot, (muy reveladoras y aterradoramente atinadas por cierto) decidí que nada había pasado de verdad, que me lo había inventado por ver tanta tele. Me convertí en una miedosa chillona de closet. Eventualmente hasta eso se me acabó quitando.
Desde entonces hasta ahora han pasado alrededor de cinco años. Picos más y picas menos. Hasta que en el departamentito de porquería de mis amores dejé de sólo escuchar lo que escuchábamos todos los espantados de los “espantos” del piso de arriba. Ya no sólo eran canicas que rodaban y cuentas que caían de un collar roto. Ahora cuando estaba sola me forzaban el cerrojo y no estaba más que el gato. Y ahora de repente se me abría la puerta de un golpazo. La volvía a cerrar a consciencia y volvía a abrirse furiosa. Saludaba por que escuchaba llegar al Lobo Feróz, sin recibir respuesta por que no había nadie. Y así una tras otra tras otra. Sorpresivamente no me salieron los lloriqueos. Decidí tomarla tranquila y hacer preguntas. Muchas preguntas.
Así fue como la Dra. Nieto me confirmó mis recuerdos y me creo unos nuevos de mis locuras fantasmales. Poco a poco fui tomando todo aquello como más o menos cierto porque de verdad no estoy tan chiflada (sólo un poquito y se manifiesta de otras maneras). Rasqué con cuchara la memoria y caí en cuenta de que muchas cosas que había querido habían pasado. Tonterías como que “me llegara” mi primer novio en 2º de primaria o que me regalaran la Barbie que hablaba en mi cumpleaños. Además de haber visto gentecita bicolor y flotante alguna vez.
El tiempo pasó y-como estaba escrito- conocí a mi Pitonisa de Caldero particular que me metió un buen susto clarividente y me quitó mis paranoias. Dijo en una tarde de champiñones con queso y mucho té que paulatinamente iba a saber que pedo con el pedo del rollo loco de las magias y las dimensiones. Le creí un poco a medias, por que deep down no me la acabo de comprar a mi misma.
Hasta que llegué a mis nuevos aposentos y lo supe. Aquí no nada más vivimos cuatro. Viven más que vinieron con nosotros o ya estaban, no sé, pero esto parece casa de huéspedes. O igual no son muchos más, pero definitivamente we are not quite on our own.
Por lo pronto lo que ando viendo son gatos. No. No son personas. No. No son mis gatos.
Es un gato negro que anda por toda la casa y se me desaparece. En la repisa, en el baño, en la cama, comiendo flores y en el closet. Algo así como Alice in Wonderland. Ahora me ves, ahora no me ves.
Dice la Pitonisa del Caldero que los siga a ver quien es. El problema es que se me van muy rápido. Y que me sale lo miedosa. Sobre todo después de la carretera y el ranchero que Ms. Yellow no vio y yo si. Y mucho y con muchísima luz azul cielo.
Y que no ha parado.
He visto algunas varias siluetas por las calles, en las entradas, flotando por los puentes y otros sitos; tanto urbanos, como pseudo campiranos. Ellos no saben que yo sé. Y que bueno, que si no me muero del terror.
De mis dos nuevos visuales, prefiero los primeros. Los gatos no me asustan. Los gatos son de brujas porque son como brujos. Son bonitos, llorones, se me hacen personas viejas. Me gustan mucho. Y andan también por todos lados. Vivos y al tacto, si, pero es una exageración andármelos encontrando tan seguido.
Así, ando medio espantada pero getting used to it. No estoy loca, aunque seguro la pobre Seductra reciba muchos “deseos sin represión de comentar” con mentadas de madre y renuncias a su credibilidad. Ni modo. Este depa es mío e incluye a mis gatos de sueños y mis fantasmas de azotea.
Por lo pronto me despido escribiendo con la luz parpadeante y una conexión a la interné digna del 89’ -con todo y ruiditos telefónicos-. I’ll keep you posted.
Un beso bigotón.
Bye.
Por lo pronto me despido escribiendo con la luz parpadeante y una conexión a la interné digna del 89’ -con todo y ruiditos telefónicos-. I’ll keep you posted.
Un beso bigotón.
Bye.
La gata-Leonora ha desaparecido.
Yo siento un terror súbito: ahora voy a saber algo que mejor ignorase.
-R. Varo.
-R. Varo.
“El papel ese que te piden cuando te multan.” –Rulo
Véase: La tarjeta de circulación, que sólo para eso la tienes.
Véase: La tarjeta de circulación, que sólo para eso la tienes.
Esto de la magia es maravilloso... ojalá poco a poco termines de reconciliarte con ese mundo :)
ResponderEliminarSaludos querida Seductra mística!!!
a huevooo lo q mi partida te deja... ya ves gente.. pero esta bien, no cierres los canales de comunicacion pq te pueden dar muchas respuestas!!!
ResponderEliminarcontinua q yo en el bosque siento q hay muchas coas, deberias de verlos son increibles.. do you remember de video of royksopp? what else is there??..asi mas o menos...
ufff, increible!!!
te amo y te extaño!