Uno se mete en situaciones de auto boicot porque le está huyendo a lo que dice que tanto desea.
Y no es que se mienta, es que un pedacito de tu cabeza tiene guardado un freno de mano preventivo de desastres, porque no estás en condiciones de poder manejar mencionados deseos.
Y no se está preparado porque lo que se anhela responde a llenar necesidades, vacíos antiguos.
Cuando se busca entonces al relleno, el rellenador puede tomar ventaja de la situación y romperte el cántaro.
O bien va a preferir dejarlo sin siquiera ponerle una mano encima, que el suyo está es igual de falto de equilibrio y ¿quién quiere lidiar con la pobreza ajena?
Siempre es posible detectarlos a ambos, pero eso no implica que las tripas detengan sus impulsos. Y que la elección deje de ser intencional. Se elige para que no funcione.
Eso no implica tampoco que una versión sea mejor que la otra. Las dos son igual de dolorosas.
Entonces el problema es que no hay problema. La solución es nada más dejar de andar buscando y aprender a hacer agua de los limones del propio jardín.
Cuando eso pase se podrá compartir la limonada.
Ajá, pero los procesos son eternos. Y la soledad es cabrona.