13 de noviembre de 2008

Y que la Seductra vuela.



Huimos como tantas otras veces de lo mismo. Alivio inmediato ante la efímera sensación de ya no estar por un respiro. Recostarse en la cama cada noche esperando con ansias la posibilidad de que vuelva el esquivo instante. 

Pero esta vez no corrimos, ni subimos al auto, ni acabamos en el barco. Esta vez saltamos. Y volamos. Me llevaste de la mano como lo haces siempre. Pero flotando sobre el pavimento. Me enseñaste a propulsar los calcetines con el adoquín rosa y suave como edredón de plumas de mi madre. Podía ver tu cara y mis rizos picándome la nariz.

De pronto el cielo estaba más oscuro. Como el tabaco. Como el chocolate y la calidéz del caramelo derretido se nos vino encima con la misma dulce textura. El cielo ya no era de aire, era de granos de café.

Y tu y yo seguimos flotando. Caminando en zancaditas a lo alto para volver a tomar vuelo debajo.  

Pasamo sobre un grupo de chicos de chalecos rojos con amarillo. Todos nos veían divertidos. Hasta que sentí que algo caía de mi bolsillo. Era el llavero del borrego sucio de amores. Regresamos al centro del Valet Parking, y el chico me devolvió las llaves gustoso de ser testigo de mis voladoras piernas.

Se oscureció un poco más, y el cielo perdió el calor y olor a galletas. Ahora era gris azulado, como el color ese que te gusta. Pero ahora no nos gustó tanto. 

Escuchamos nos llamaban a lo lejos, cuando me giraste en el aire vi entre la neblina a dos de los chicos del valet. Nos alcanzaron corriendo para advertirnos. Estábamos entrando a San Ángel. Ahí vive la bruja que tiene hechizadas todas sus calles y más allá. "Donde se le acabe la vista" me dicen. Miro y es justamente, la ruta de vuelta a casa.

Me invadió el pánico. Dejamos poco a poco de flotar. Los chicos desaparecieron en sentido contrario del que habían llegado. Tu me tomaste más fuerte de la mano y decidiste que correríamos por el tramo maldito, muy rápido, entre las sombras. Para que no nos pescara la "bruja omnipresente". 

Se cruzó Lucidéz en su vestido blanco y me dijo: "Si es omnipresente, por definición, es imposible evadirla".

Pero hasta en las tinieblas te tengo confianza ciega. Corrí contigo, nos escondimos por las escaleras carcomidas y detrás de los fantasmas. 

Hasta que nos alcanzaron las ramas del enorme árbol de San Ángel.

Mismo que separó nuestras manos y me depositó en la cama.

Aún despierta me sigue pareciendo perfectamente factible caminar en el aire. 

Un beso de ensueño.
Bye.

1 comentario:

  1. Seductra, no se si alguna vez te lo dije cuando hablabamos de los pocos comments que te dejamos: es que ante post como estos cualquier huevada que uno diga solo dañará el efecto.

    Asi que chiton, YSEC.

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